Quizás oímos mucho hablar de los beneficios de comer pescado en la dieta, pero no sabemos cómo y qué es lo que aportan a nuestra salud. Entre las muchas ventajas que aporta, se encuentra el ácido graso esencial poli-insaturado Omega-3
Decimos que un ácido es esencial porque nuestro organismo no puede crearlo, y por tanto debemos aportarlo a través de la dieta. Conocemos los efectos que sobre la salud reporta este ácido en la prevención de enfermedades relacionadas con altos niveles de triglicéridos en sangre, colesterol alto, como la arteriosclerosis o el riesgo cardiaco. El estudio de comunidades como la esquimal y la japonesa con consumos muy altos de pescado, desvelaron que la incidencia de estas enfermedades es muy baja.
También se ha descubierto que este tipo de ácido es muy importante para las madres gestantes, ya que ayuda a en la formación cerebral. Pero también en deportistas, niños y estudiantes, en los que se aprecia un aumento del rendimiento físico y mental. Incluso, hay estudios que revelan que el consumo de este ácido incide en una mejora del estado anímico en pacientes con depresión. Sabemos que el omega-3 favorece las conexiones neuronales ya que contiene DHA, ácido docosahexaenoico.
Ese mismo ácido, el DHA, protege la visión de la degeneración macular que se desarrolla con la edad.
El omega-3 es un antiinflamatorio y anticoagulante natural. Favorece el sistema cardiovascular y el correcto funcionamiento del cerebro. Incluso protege el cerebro ante sustancias dañinas generadas en derrames cerebrales, enfermedades neurológicas o ante una falta de oxígeno.
Donde se encuentra el Omega-3
Aunque existen otras fuentes vegetales y proteicas, la fuente principal de este ácido se encuentra en las grasas del pescado. En particular las mayores concentraciones están en el pescado azul de aguas frías y profundas como el salmón, la caballa o verdel, atún, sardina, anchoa, pez espada, anguila, salmonete, trucha arco iris y bacalao. También se encuentra en el marisco.
Por último, es importante saber que no sólo se trata de cantidad, sino también de calidad. Ya que dentro de los Omega-3 hay diferentes composiciones y algunas tienen poca concentración de DHA. Las fuentes vegetales de Omega-3 son mucho más pobres en este ácido que las del pescado.